Cuando hablamos de la exportación de aceite, desde luego no es ninguna novedad para la industria española. El 46% de la producción mundial de aceite de oliva corresponde a España, del cual llega a exportar más de la mitad. Si atendemos a la producción por regiones, a nadie se le escapa que Andalucía ocupa el primer puesto del ranking con un 80% de la producción nacional. Pero sí puede resultar más sorprendente que Castilla La Mancha ocupa el segundo lugar con un 7,5% de la producción.
En cuanto a la conveniencia o no de la exportación de aceite, debemos valorar algunos datos más. En primer lugar, que el consumo de aceite de oliva apenas llega a ser un 2% de los aceites utilizados mundialmente, pero sin embargo el consumo aumenta de manera constante durante los últimos 20 años. Podemos decir por tanto que se trata de una industria en expansión, con un gran margen de crecimiento futuro. Algunos de los países destino de la exportación de aceite donde crece su consumo son Estados Unidos, Canadá o Australia, sin olvidarnos de China, donde el gran crecimiento del consumo ha llevado a los agricultores a comenzar la producción del llamado “oro líquido”. No en vano por su cantidad de población y la tendencia actual, se prevé que China se convierta en el mayor consumidor del mundo de aceite de oliva.
De los anteriores, quizá el más interesante para empezar a llevar nuestra exportación sea Estados Unidos, ya que pese a que el consumo per cápita es muy bajo, las cifras totales lo colocan en tercera posición del ranking mundial (sólo por detrás de Italia y España, principales productores).
En cuanto a Europa, algunos países que cada vez ven con mejores ojos el producto son Reino Unido y Francia, donde además existe una predisposición a pagar precios más altos que por otro tipo de aceite. Respecto a estos países, una recomendación: si no queremos que nuestro aceite de oliva sea posicionado como de mala calidad, debemos utilizar envases de vidrio en lugar de plástico, asociado a aceites de bajo rango.
En lo relativo al etiquetado, dependiendo del país al que nos dirijamos debemos tener en cuenta que no en todos sitios se conoce la diferencia entre el virgen extra, el aceite virgen o el orujo de aceite. Por lo tanto una traducción literal de nuestra etiqueta no será suficiente, haciéndose necesaria cierta explicación sobre la calidad del producto. Además de una traducción profesional, quizá sea interesante añadir, por ejemplo, una clasificación de los diferentes tipos de aceite, remarcando cuál es el que contiene dicho envase.
En cualquier caso, el aceite de oliva debe ser tenido en cuenta como un gran activo para la exportación. Por supuesto que la entrada en nuevos mercados no será fácil, pero una vez pasada la primera barrera encontraremos mucha menos competencia que en el mercado nacional, además de una consideración respecto a la calidad del producto que nos permitirá, en muchos países, vender nuestro producto a un precio considerablemente mayor que dentro de nuestras fronteras.
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