El despertar del gigante asiático está ofreciendo nuevas oportunidades de negocios. Una de las mayores ventajas de comprar y vender a este país es su coyuntura a nivel internacional. China es miembro de la OMC (Organización Mundial del Comercio) y esta circunstancia, amén de que es un país abierto a muchos productos españoles, es una ventaja.
Las perspectivas son buenas. Sin embargo, hay que conocer bien el mercado y adelantarse a sus consecuencias negativas. Para ello, lo primero que hay que saber, antes de adentrarse en este universo mercantilista, son los pros y los contras sobre la actividad que se va a realizar. Entre ellos, destacan los aranceles, que son impuestos sobre el valor del producto importado, lo que incluye el transporte y el seguro. Otro de los valores que hay que conocer a la hora de importar de China, es, si se tienen que pagar tasas de aduana por el producto, un gravamen que se sumaría al del arancel.
Las nuevas tecnologías facilitan el intercambio de productos
Por lo tanto, es importante tener en cuenta estos datos para calcular el coste final del producto, una información que es posible recabar con los diferentes medios que, hoy en día, se encuentran a disposición de la población, como el correo electrónico o el teléfono.
Los aranceles, normalmente, son estables. Pese a ello, actualizar anualmente estos valores suele ser una ventaja para no llevarse sorpresas en el último momento, tras una transacción. Estas tarifas se pueden consultar en la embajada de España en China o en el calendario anual que publica la Administración General de Aduanas de China.
Conocer bien el idioma para evitar problemas
Para evitar problemas a la hora de interpretar alguna de las acciones que debemos de realizar, es importante no tener problemas en el idioma e interpretación. Por eso es aconsejable utilizar profesionales en la traducción en interpretación, sobre todo en un idioma como el chino.
Los empresarios tienen el deber de conocer las tarifas arancelarias de China
Las tarifas que se aplican a cada producto, de manera general, son:
– Los valores arancelarios de importación, según el producto.
– El impuesto sobre el valor añadido que se aplica a cada producto. A grandes rasgos, son dos. Uno, del 13 %, aplicado a los cereales, la calefacción, el gas (en algunos casos), el carbón o los libros. Entre otros bienes prescritos por el Consejo de Estado. El otro impuesto sobre este valor del resto de productos que no pertenecen a este grupo aplica el 17 %.
– Conocer también los impuestos al consumo que se aplican al tabaco, el alcohol o los relojes de alta gama, entre otros bienes, cuya tarifas oscilan entre el 1 y el 40 %.
El proveedor también puede informar de cuál es el coste la partida arancelaria de determinado producto. En este sentido, habría que preguntar el “HS Code“. Otra forma de conocer dicha partida remite a la web de la Unión Europea.